27 de abril de 2010

Meiyo

De nada sirve tratar de engañarse, decidir basándose en las expectativas de terceros es un error. No es posible contentar a todos. Los intereses de unos y otros entrarán en conflicto tarde o temprano. No queda sino emular al gran Alejandro ante el nudo gordiano.

Es probable que el lector ingenuo trate en un principio de encontrar, desesperado, una solución de compromiso, pero eso únicamente decepcionará a las partes. Acéptese entonces que sólo el propio criterio, cuando es consecuente, puede conducir a una conducta coherente. A mantener la cordura. Aunque el resto del mundo no alcance a entender las reglas.

No se trata de contentar al vecino, al amigo o al hermano.
Tampoco de acatar, o aceptar como dogma, la convención social.
Buscar la aprobación del entorno no es honorable.

Meiyo implica ser consecuente, tomar decisiones -aún aquéllas dolorosas- y asumir las consecuencias. Vivir.

Meiyo (Honor)
El auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quién eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo.

18 de abril de 2010

Pretexto

pretexto.
(Del lat. praetextus).
1. m. Motivo o causa simulada o aparente que se alega para hacer algo o para excusarse de no haberlo ejecutado.

"Cualquier pretexto es bueno para eximir a la inteligencia de la penosa y comprometida función de juzgar; penosa porque es esfuerzo, y comprometida porque la opinión propia, si es libre y expresa, puede ahuyentar a una clientela, o enojar al patrón, o frustrar la esperanza de un destino de seis mil reales."
¡Todavía el 98! Manuel Azaña
[respecto a las valoraciones literarias]

13 de abril de 2010

iuris "ad hoc"

Asistimos esta semana a uno de los más deprimentes ejemplos de estupidez colectiva que pueden recordarse en los últimos años. Cegados por su sed de "justicia", víctimas de la histeria colectiva, la horda infectada clama contra el poder Judicial. ¿El motivo? ¿denunciar su cuasi-inherente lentitud e ineficacia? No. La plebe se alza en armas tras ser admitidas a trámite 3 querellas que implican imputar por prevaricación a uno de los Iconos de la tribu: Garzón.

Nótese que hablamos de mera imputación, que no de sentencia o condena, lo que puede traducirse como que, según el rebaño de borregos, hay personas que no pueden ser imputadas por ningún delito merced a su intachable trayectoria previa. Hasta ahora, un ciudadano podía denunciar cualquier hecho que considerase delito y la Justicia se encargaba de decidir al respecto. Ahora no. Determinadas personas no pueden ser denunciadas, imputadas o juzgadas. Y esta idea se defiende, como es habitual, en nombre de la democracia. Quienes se permitan defender la igualdad ante la Ley de todos los ciudadanos no son más que unos franquistas nostálgicos y/o herederos del antiguo régimen. Sólo un fascista puede atreverse a imputar o juzgar a los nuestros. Los nuestros no cometen delitos. Y de hacerlo, es siempre por una buena causa. Una de nuestras causas. Así de simple.

Estos "demócratas" esperan que, cuando conviene a sus intereses, la venda caiga de los ojos de la Justicia. No lo considere el lector injusticia, sino más bien... justicia selectiva.

Y seguirán balando...

Hay que ser gilipollas.

2 de abril de 2010

Héroe reversible

El 2 de Agosto de 2008, nació un héroe. El personaje anónimo salió en defensa de una mujer agredida y tornó en celebridad al terminar en coma. Nobles y plebeyos admiraron entonces públicamente su hazaña, alabando generosos su valentía y virtud. Y no hubo rincón en el Reino que no conociese de su gesta y amargo final. Durante meses, la plebe lamentó la suerte del paladín, maldiciendo a los hados por depararle tan injusto destino. Así sufría el vulgo en eternos días de incertidumbre, temeroso de un trágico desenlace, implorando a los Dioses por la vida del campeón. Y en su magnanimidad, éstos se conmovieron hasta atender sus plegarias. Se obró el milagro. Despertó el héroe de su letargo y todos se regocijaron. Hubo festejos donde le agasajaron, regalándole palabras afectuosas y amables. Le ordenaron caballero y le fueron rendidos mil honores. Y así, regresaron al quehacer cotidiano. Y vivieron felices...

Hasta que un día, cuestionó el dogma y se acabó el cuento. El otrora icono de la lucha contra la violencia de género, vivo ejemplo de civismo democrático para niños y niñas, consideró un fraude la aprobación por consenso de la Constitución. Un apaño entre miembros de la Casta, un enjuague carente de legitimidad. Falsa democracia. Y se permitió además arremeter contra parte del espectro político, recordando indignidades de antaño.

Y entonces, el héroe fue repudiado. La grey recordó que, en realidad, sus hazañas no fueron tales, ni tanta su virtud. Al azar o el destino se debía su escaso mérito. No quedaba ya caballero sin tacha, sino vulgar maleante. Inocentes y sutiles rumores parecían revelar su auténtico rostro: el paladín era un rufián. Algunos clamaron por su destierro. Los más, exigieron la restitución de todo reconocimiento o presente. Y al tratar de explicarse, una lluvia de desperdicios mancilló para siempre su armadura. Así perdió nuestro héroe el favor del pueblo. Así descubrió el precio de encarnar un ideal.