13 de abril de 2010

iuris "ad hoc"

Asistimos esta semana a uno de los más deprimentes ejemplos de estupidez colectiva que pueden recordarse en los últimos años. Cegados por su sed de "justicia", víctimas de la histeria colectiva, la horda infectada clama contra el poder Judicial. ¿El motivo? ¿denunciar su cuasi-inherente lentitud e ineficacia? No. La plebe se alza en armas tras ser admitidas a trámite 3 querellas que implican imputar por prevaricación a uno de los Iconos de la tribu: Garzón.

Nótese que hablamos de mera imputación, que no de sentencia o condena, lo que puede traducirse como que, según el rebaño de borregos, hay personas que no pueden ser imputadas por ningún delito merced a su intachable trayectoria previa. Hasta ahora, un ciudadano podía denunciar cualquier hecho que considerase delito y la Justicia se encargaba de decidir al respecto. Ahora no. Determinadas personas no pueden ser denunciadas, imputadas o juzgadas. Y esta idea se defiende, como es habitual, en nombre de la democracia. Quienes se permitan defender la igualdad ante la Ley de todos los ciudadanos no son más que unos franquistas nostálgicos y/o herederos del antiguo régimen. Sólo un fascista puede atreverse a imputar o juzgar a los nuestros. Los nuestros no cometen delitos. Y de hacerlo, es siempre por una buena causa. Una de nuestras causas. Así de simple.

Estos "demócratas" esperan que, cuando conviene a sus intereses, la venda caiga de los ojos de la Justicia. No lo considere el lector injusticia, sino más bien... justicia selectiva.

Y seguirán balando...

Hay que ser gilipollas.

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