23 de marzo de 2010

Reality bites

Es una ventana al mundo real. Entendido éste no en el sentido de auténtico o veraz, sino como reflejo indirecto de lo que realmente importa. Lo que muestra la telepantalla [1] es referente y modelo para el rebaño, que adopta obediente pautas de conducta al dictado del plasma. Así, la realidad es recogida y posteriormente reproducida de forma distorsionada, influyendo y siendo a su vez influida merced a un continuo y perverso feedback [2].

A lo largo de los últimos tiempos, varios colectivos han manifestado su indignación ante la aparición de determinados spots televisivos. Los rehenes de la corrección política parecían vivir un periodo de hipersensibilidad que les permitía descubrir intolerables ofensas en las campañas publicitarias más insospechadas. Feministas [3], aldeanos [4] o titiriteros [5] denunciaban implacables la insensibilidad de los creativos en una desenfrenada vorágine acusatoria. Sin embargo, díriase que el criterio de estos halcones de la corrección adolece de inconsistencia, dado que otro tipo de productos televisivos gozan de cierta inmunidad al ser enjuiciados. Y entre ellos, de especial bula disfruta el formato conocido como reality-show.

La reciente aparición en las telepantallas de dos de estos reality, al cual más lamentable, ha revelado uno de estos flagrantes casos de incongruencia. El Ministerio de Igualdad, celoso guardián de los derechos femeninos aun a costa de los masculinos, demostró con ambos una sorprendente falta de reflejos igualitarios y tardó en manifestarse. Mientras el MdI parece abandonar su rol vigilante para centrarse en reclamar el feminismo como materia troncal en las universidades, el fiel lector se preguntará, perplejo, qué graves hechos habrán sucedido para que desde aquí se condene su pasividad...

En el primero de estos subproductos, una banda de indocumentados es teóricamente reeducado por un par de psicólogos mediáticos [6]. Las peripecias de educadores y educandos, cretinos todos, transcurrían apaciblemente hasta que dos "concursantes" decidieron restregar sus micropenes en el cuerpo de una de sus compañeras. Ni los responsables del programa, ni los pseudopsicólogos intervinieron para impedir la agresión. Los primeros se limitaron a frotarse las manos y seguir grabando, los segundos a "reprobar" con un sermón risible y peripatético: "esa conducta debería ser corregida" (sic). La cadena emitió el vídeo y lo difundió por internet sin reparo alguno: lo previsible considerando la inmundicia televisiva en que la grey se regocija cada día. Hasta que la publicación en prensa de "La agresión sexual como espectáculo", impecable artículo firmado por una Catedrática de Derecho Penal, provocó que los medios se hicieran eco y estallara la polémica. En ese momento, la productora vetó en internet el vídeo que mostraba las imágenes y el Instituto de la Mujer finalmente reaccionó pidiendo la retirada del programa, a lo que la cadena ha respondido con una rotunda negativa y la amenaza de incluir una nueva psicóloga en el staff.

En el segundo engendro, varias mujeres con problemas intelectuales, emocionales y hormonales, se postulan como compañeras de cópula de un conocido macho ibérico. El harén está compuesto a partes iguales por inocentes víctimas de la prensa rosa y aspirantes a meretriz. Las más ilusas confian en que el mencionado sujeto renuncie a su vida disoluta para recorrer junto a ellas el camino de la monogamia. Las otras, más pragmáticas, tan sólo luchan por protagonizar y rentabilizar el primer coito del programa. En cualquier caso, todas se humillan sin límite para lograr su objetivo. En un principio, su visión provoca rubor. Después, náusea. En este caso, el MdI no tomó cartas en el asunto hasta que una asociación -no precisamente feminista- solicitó la retirada del programa.

Hipersensibilidad y pereza igualitaria: ante determinados intereses, incluso los tontos aprenden a relajarse. Reality bites. Es la realidad, estimado lector.

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[1] El autor alude a las pantallas descritas en la novela "1984", de George Orwell.
[2] El concepto de feedback hace referencia a fenómenos de influencia mutua y retroalimentación.
[3] Las campañas publicitarias de cierto desodorante provocan habitualmente la protesta de grupos feministas y asociaciones de consumidores.
[4] Sobradamente conocido es el caso de la franquicia de comida rápida que tuvo que retirar (también rápidamente) uno de sus spots tras las quejas de diversas asociaciones de agricultores.
[5] Recientemente, una cadena de supermercados mancilló el honor de los Titiriteros del País Vasco, que no dudaron en denunciar el agravio.
[6] Los perniciosos efectos de la pseudo-psicología mediática se analizarán en el futuro.

1 comentario:

  1. El Escasi, Excasi o Casi es un crack.

    ¿Quien en su sano juicio iba a renunciar a un harén solaz y dispuesto a calmar sus ansias?¿Esas miradas de cordero degollado?
    ¿Ese culito de la morena, meneándose a escasos centimetros de su cara?

    Si el MDi quiere igualdad que la Bibi exiga un programa en el que pueda zumbarse a todos los chulazos que el cuerpo le pida.


    Post data: Al que no le guste le circo que no vaya.

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