6 de enero de 2010

"Postmachismo"

Entre otras características, la dictadura de lo políticamente correcto destaca por su capacidad para modificar la semántica, adecuándola a su discurso con el fin de hacer accesible el mensaje incluso a las mentes más simples. Aunque la inmensa mayoría de sus aportaciones al lenguaje se limitan a vaciar de significado las palabras o a la creación de otras que "definan" conceptos igual de vacuos, la creación de esta terminología dista mucho de ser anecdótica o inocente. Desde un punto de vista pragmático, tiene sentido en cuanto resulta doblemente útil: sirve tanto de elemento de cohesión entre iguales, como para investir al discurso de un supuesto halo académico o intelectual.

El siguiente artículo opinión publicado en el diario Público sirve de ejemplo: en el ámbito de la violencia de género, una de las fuentes de fanatismo irracional más activas en la actualidad, se utiliza un término de nuevo cuño para pontificar respecto a la pertinencia de la discriminación positiva como vía para alcanzar la "igualdad".

El artículo se reproduce a continuación y los [shots] pueden encontrarse al final del mismo.


El ‘postmachismo’ se revuelve
PILAR LÓPEZ DÍEZ
Ha llegado a la calle el eco del debate político y mediático sobre si se está yendo demasiado lejos en la lucha por la igualdad en nuestro país. Las mujeres van avanzando poco a poco en el logro de sus derechos; ellos, algunos, se sienten intimidados, en ciertos casos incluso amenazados. [1] De cualquier forma, [2] hay que mirar con optimismo y perspectiva el futuro, [3] el logro de la igualdad, del mismo modo que cualquier otra lucha liberadora –por los derechos laborales, contra la segregación racial, contra el colonialismo y la arbitrariedad– [4] conlleva dolor y sufrimiento. [5] Es el precio que hay y que habrá que pagar; [6] no hay que olvidar que el de las mujeres es el más sangriento. [7]
Antes de finalizar el siglo XX sólo se conocían dos posiciones respecto a la violencia de género. Una era la de quienes la habían definido y conceptualizado, como Kate Millett, sin cuya tesis doctoral, escrita en 1963 y que recogía la frase “lo personal es político”, muy probablemente hoy, en nuestro país, no nos encontraríamos a la vanguardia en la lucha por la igualdad con leyes que son referencia en más de 52 países. Antes de 1997, sólo las organizaciones feministas y de mujeres enfocaron el problema y empezaron a darle solución. Seguían la estela de las radicales de Boston, [8] que abrieron la primera casa de acogida hace 37 años: hoy nadie se sorprende cuando ve que son las instituciones, sin distinción de partidos, las que subvencionan los cientos de casas de acogida para mujeres maltratadas que hay en España. La segunda posición frente a la violencia de género era la del resto de la sociedad, incluidas las propias mujeres maltratadas, que no sabía del fenómeno porque aún no se había nombrado públicamente; [9] por eso, incluso durante los primeros 20 años de democracia, los poderes públicos se desentendieron de todas las mujeres que sufrían violencia por parte de hombres protegidos por las leyes existentes, [10] diseñadas con arreglo a las ideas, intereses y necesidades masculinas. [11]
Pero el mito cayó y debemos felicitarnos porque se esté visibilizando la desigualdad, [12] la discriminación y las relaciones de poder que ejercen muchos hombres contra sus compañeras. Ante esta realidad, la sociedad tiene que tomar posición respecto a este problema. [13] Por una parte, sigue vigente el estado de alerta de las asociaciones de mujeres, a quienes acompañan las instituciones, conscientes de la gravedad del problema y de la necesidad de intervenir para paliar los efectos de la violencia masculina y prevenirla (en este sentido, la educación y los medios de comunicación son fundamentales) con el objetivo de desactivarla en el menor plazo posible, que muy probablemente será, por su carácter estructural, más a largo que a corto plazo. [14]
El resto de la sociedad, incluso sectores preparados e informados, ha sufrido una gran convulsión al detectar que algo que afecta a las mujeres pueda concitar tanto interés en las agendas mediática y política, siendo, además, ese algo un asunto en el que está comprometido el buen nombre de tantos hombres que hasta ahora eran considerados buenos por el solo hecho de ser hombres. [15] [16]
La visibilización del maltrato masculino ha caído sobre la mayoría de las mujeres que se acercan al problema como una realidad incuestionable. [17] La gran mayoría, muchas veces conocedora de relatos hasta entonces inconfesables, se sitúa al lado de las mujeres y manifiesta el desprecio por los delincuentes. [18] No se puede negar que el rechazo a este delito ha trascendido, entre muchas mujeres, las diferencias de partido. [19] También en este grupo se encuentran muchos profesionales que, de una u otra forma, se han interesado o involucrado en la resolución de este problema y empiezan a ser conscientes de los efectos perversos del control y dominio masculinos. [20]
Pero hay una parte no desdeñable de hombres, significativa porque se hacen oír a golpe de artículos [21] y piezas en los medios y a través de comentarios virtuales, [22] hostiles e insultantes contra las mujeres, [23] que se están moviendo para entorpecer el proceso. [24] Entre ellos se encuentran maltratadores todavía no descubiertos [25] (recordemos los dos millones aún no denunciados); [26] personajes que después de un primer momento de estupor, cuando no daban crédito a lo que veían y oían (se empezó a hablar de mujeres maltratadas cuando muchos de ellos las venían sometiendo con total impunidad y naturalidad desde hacía décadas) se han visto obligados a diseñar otro tipo de estrategia más eficaz que la burda negación del problema. Son quienes han diseñado la ofensiva del “sí, pero no”. Admiten que hay bárbaros machistas, abusadores viles, que merecen un castigo (ya no es posible, al menos en España, negar los daños más cruentos), pero reducen tanto las cifras, que se trataría, según ellos, de un problema menor, “de una violencia más, como otras muchas; ni más ni menos”. [27] Dicen defender a esas “pocas” mujeres que, por culpa de las medidas actuales, no pueden ser protegidas por la cantidad de recursos distraídos hacia las que, dicen ellos, fingiendo y poniendo denuncias falsas, [28] acaparan los medios disponibles. Es un sector minoritario pero cada vez más presente, cuyo objetivo consiste en desactivar y entorpecer el camino de la igualdad [29] en el que muchas mujeres y cada vez más hombres, se están involucrado.
No estamos yendo demasiado lejos; [30] sólo los delincuentes que utilizan la violencia van demasiado lejos. [31] Hay hombres que entienden y defienden la lucha de las mujeres. [32] Ojalá sigan confiando en la justicia de sus reivindicaciones. Y que las manifestaciones que empiezan a verse de postmachismo no pasen de ser una excepción. [33]
Pilar López Díez es Doctora en Ciencias de la Información. Especialista en Comunicación y Género
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[1] Se entiende que la autora alude a los mejor informados: la simple lectura de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral de Violencia de Género provocará una incómoda sensación de indefensión a cualquier varón de cociente intelectual medio. Sirva de ejemplo el Artículo 1 de su Título Preliminar (Objeto de la Ley):

"La presente Ley tiene por objeto actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia."

Nótese que el concepto de violencia incluye aquí otros peligrosamente vagos, tales como "amenaza o menoscabo psíquico leve", penados hasta con un año de prisión. El análisis exhaustivo de la norma trasciende el objetivo de estas líneas y se abordará en el futuro.
[2] La aparición de este sentimiento en parte de la población masculina carece de importancia, por lo que una reflexión respecto a su posible fundamento no es relevante. Coloquialmente: "se siente".
[3] Algo que resultará ligeramente más difícil a los varones (véase [1]).
[4] La alusión al concepto de arbitrariedad parecerá paradójica, contradictoria e incluso hipócrita a quienes consideren arbitraria la Ley Orgánica 1/2004.
[5] Reconocimiento implícito de la situación de indefensión que la aplicación de la Ley Orgánica 1/2004 implica para los varones. "Se siente" (II).
[6] Confirmando [5]. "Se siente" (III).
[7] Lo que justifica cualquier medida adoptada, independientemente de su congruencia, eficacia, o justicia.
[8] Este grupo de mujeres "soñaba con la androginia" y defendía que tanto el concepto de feminidad como el papel de la mujer en sexualidad y reproducción limitaban su desarrollo como ser humano completo. A modo ilustrativo, compruébese su opinión respecto a la prostitución:
"Lo que perturba de una prostituta es que ella es andrógina porque incorpora en sí misma cualidades definidas como 'masculinas' así como cualidades 'femeninas'; es desvergonzada, directa, arrogante y, en ocasiones, egoísta; no tiene ningún aprecio por las maneras indirectas, sutiles y misteriosas del 'eterno femenino'; y desdeña la vida de entrega considerada como natural en las mujeres porque quiere vivir una vida propia." Pensar (en) Género, p.67
Aunque esta forma de lucha contra el yugo machista parecerá incongruente al lector menos concienciado, para estas pensadoras parece resultar una estrategia válida a la hora de evitar a la mujer limitaciones en su desarrollo como persona.
[9] Entiéndase que, sorprendentemente, las mujeres maltratadas desconocían la existencia de algo que ellas mismas estaban sufriendo día a día. Únicamente tras ser revelada La Verdad por las pensadoras de Boston (véase [8]), fueron capaces de percatarse y tomar conciencia de la existencia del fenómeno.
[10] De aquí se deduce que hasta la aparición de la Ley Orgánica 1/2004, los hombres podían ejercer sobre las mujeres cualquier tipo de violencia con absoluta impunidad, y que ésta se producía bajo implícita aquiescencia de los poderes públicos.
[11] Es dogma.
[12] Advierta el lector que la autora se refiere al contexto de opresión masculina que sufren las mujeres, no a las consecuencias que tiene sobre los varones la aplicación de la Ley Orgáncia 1/2004.
[13] La Ley Orgánica 1/2004 quizá no sea suficiente.
[14] Afortunadamente, no es de esperar un menor apoyo a medio plazo de los estamentos mencionados (véase también [20]).
[15] En general, párrafo de difícil lectura debido a su carencia de significado e incoherente estructura gramatical. Probablemente interpretable únicamente por las personas iniciadas del dogma más concienciadas.
[16] Brillante réplica a Jean Jacques Rousseau ("El hombre es bueno por naturaleza") que revela el discurso androcéntrico del filósofo e invita a la revisión de su obra.
[17] Amén. Es dogma.
[18] No confundir con "los y las delincuentes": la autora se refiere únicamente a los hombres. Se entiende así que de un lado están las mujeres (todas) y de otro los delincuentes (hombres). Esta dicotomía se establece como dogma.
[19] La autora concede la capacidad de condenar la violencia incluso a quienes no comparten su ideario político.
[20] Pensará el lector suspicaz y torticero, que el interés de algunos profesionales viene también modulado por aspectos más pragmáticos y menos elevados, como pueden ser los económicos.
[21] Queda plasmada la naturaleza violenta de estos maltratadores, que golpean hasta con artículos.
[22] Sirva como ejemplo el presente análisis.
[23] Referido a toda opinión que cuestione sus dogmas. Nótese que la autora identifica sus ideas personales con los intereses de todas las mujeres del mundo, arrogándose, quizá de forma algo gratuita, su portavocía.
[24] Dícese del proceso de visibilización, liberación, etc. No se refiere al de igualdad (recuérdese la Ley Orgánica 1/2004).
[25] Considérese sospechoso el lector masculino.
[26] Alarmante dato estadístico, aun proviniendo de una fuente desconocida. Quizá la autora utiliza estudios propios cuyos resultados interesarán al Ministerio del Interior: Judicatura e Instituciones Penitenciarias deberían tomar buena nota para no verse desbordados de concluir con éxito el proceso de visibilización de maltratadores.
[27] La ausencia de referencias impide confirmar la existencia de estos personajes.
[28] Estas actividades constituirían delito, por lo que no es posible que sean realizadas por mujeres. Recuérdese la dicotomía mujer-delincuente presentada en [18].
[29] La autora se refiere a la "igualdad". La ausencia de comillas probablemente se deba a un error tipográfico. Recuerde el lector, nuevamente, la Ley Orgánica 1/2004 para entender la diferencia entre igualdad e "igualdad".
[30] Para juzgar una acción, nadie mejor que su autor.
[31] Mujeres, hombres no maltratadores y delincuentes no violentos, no.
[32] Referido únicamente a aquellos que comparten el discurso de la autora (ver [23]).
[33] En otro caso, urge la revisión de la Ley Orgánica 1/2004. Tiemble el lector masculino.

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